La empatía en el camino del liderazgo
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Mi nombre es David Sinisterra, oriundo de Tumaco, Nariño, un AIESECo de corazón, del comité de Pasto, en esta oportunidad, quisiera que me acompañaras a descubrir un poco sobre mi historia y, para empezar, quiero contarles que siempre he visibilizado el hecho de liderar como la acción bonita de entregarse al servicio de las demás personas o de la sociedad. He analizado, por medio de este escenario la oportunidad de aportar a la construcción de una mejor humanidad, por lo tanto, considero que cuando uno no se involucra, sino que se empodera de escenarios en la vida donde se puede desarrollar el liderazgo, no solo está contribuyendo en la construcción de un mejor mundo sino creciendo personalmente.

Desde pequeño he sido una persona inquieta por lo temas sociales, sintiendo cierto vínculo de empatía por las situaciones que puedan estar viviendo las demás personas, aún con mayor fuerza en el contexto en donde habito, que es el territorio de Tumaco, Nariño, uno de los municipios con los índices más altos de necesidades básicas insatisfechas y pobreza multidimensional, que ha sido uno de los principales factores causante de la violencia que ha arrebatado a muchas personas, dejando a familias enteras dentro de profundos círculos de tristeza, desesperanzas y desdichas.
Frente a esta problemática, observé que Tumaco, necesita líderes que trabajen para cambiar la historia de este municipio y, aun a mi corta edad, considero que se puede aportar en la construcción de ese territorio de paz y prosperidad que soñamos aun sus habitantes. Por esa razón, comencé a ser parte de organizaciones dedicadas a trabajar por la comunidad entre ellas: Save the Children, Fundación Plan, un programa del Centro Hospital Divino Niño, llamado SIAPA y la Red Juvenil más grande del municipio. Todas estas entidades tienen como objetivo principal trabajar en la promoción de los derechos de la niñez, adolescencia y juventud del municipio, comúnmente arrebatados por la mano de la delincuencia.
Este proceso en mi plan de vida fue enriquecedor porque, en cierta medida, me ayuda a cumplir mis objetivos y, a su vez, se convirtió en una especie de escuela para la formación de muchos jóvenes líderes que empezaron a construir paz y prosperidad desde sus diferentes puntos de vista. Por tal razón, cuando estaba en mi proceso de estudio universitario conocí a AIESEC en Pasto, y me llamó mucho la atención por su propósito, generándose en mi la motivación suficiente para seguir cultivando ese liderazgo personal que ya venía desarrollando, y ahora, de una forma más globalizada. Y a esta instancia debo decir que AIESEC ha cumplido mis expectativas porque me he empoderado en medio de la dinámica de ver cómo se manejan los procesos en esta organización, brindándome herramientas que me han permitido crecer personal y profesionalmente.
El proceso de liderazgo es enriquecedor cuando tienes empatía y sentido de pertenencia por lo que sucede a tu alrededor, decides vincularte a proyectos donde se está trabajando en la búsqueda de soluciones que permitan mitigar y aportar a las problemáticas. En ese sentido el liderazgo debe ser lo suficientemente consciente en cuanto a qué impacta y sobre quién para poder actuar con determinación y objetividad.